Modelos clásicos con un toque moderno

28 de Agosto de 2015

El artista bielorruso Andrei Busel ha elaborado dos murales con aerosol en sendas fachadas de Pradejón

Diario La Rioja- Amanda Gonález

«¡Qué bonito! Es impresionante», se oye por las calles de Pradejón. Lo que impresiona a los pradejoneros es la facilidad, la creatividad y el entusiasmo que el bielorruso Andrei Busel desprende cada vez que un spray de pintura se 'pega' a sus manos. Manos de un artista que desde los diez años lleva el arte en la sangre. Sangre y ganas de aventura que le han llevado a recorrer casi tres mil kilómetros hasta llegar a La Rioja, donde ha realizado varias obras murales.

«Llegué a España casi accidentalmente», confiesa el artista. Y aquí encontró lo que, a veces, tanto cuesta: el amor. Entre idas y venidas a su país natal, Andrei comenzó a dar a conocer su talento, ofreciendo su arte a quien le quisiera otorgar una oportunidad. Lo consiguió en Logroño (Busel es el autor del mural de la Casa de la Viga) y Andrei aterrizó después en Pradejón, un destino propicio para su estilo pues la localidad champiñonera se ha volcado con la decoración de fachadas de viviendas; con las dos de Andrei, ya son cuatro las paredes del municipio que han mejorado su calidad visual y decorativa.

«Cuando llegué, realmente La Rioja me cautivó, la gente, los alrededores, los paisajes..., este es un gran lugar para trabajar», relata el artista que, con una cuidada técnica con aerosoles, diseña imágenes femeninas que recuerdan lejanamente el estilo de las delicadas vírgenes que plasmaba Murillo en el siglo XVII.

En poco más de cinco días, Andrei ha decorado dos murales de Pradejón, uno en la plaza Guarderío y el otro en la calle San Andrés. Y ya está de vuelta en Bielorrusia, donde ejerce de arquitecto. Además de su condición de artista, Andrei también pinta para museos, con lo que consigue dinero extra, pero el trabajo que ocupa el grueso de su labor profesional se centra en realizar decoraciones para eventos o festivales. También, en alguna ocasión trabaja en pequeñas galerías de Minsk, o realiza obras de arte en otros países, como Rusia.

Particular estilo

Sabe que su estilo, es muy particular pues no es habitual ver obras de un gusto tan figurativo y delicado en la calle, llama la atención. Generalmente los artistas callejeros pintan imágenes de la cultura del hip-hop o punk-rock, pero Andrei, no. Él opta por algo más personal. «Recuerdo lo que realmente me gusta del arte y lo plasmo, no sólo por destacar sino también por innovar», explica Andrei, que parece cumplir el lema de 'el que no arriesga, no gana'.

«En la vida hay cosas que se deben hacer, como trabajar y ganar dinero, pero luego hay cosas que se hacen para uno mismo y que uno no se puede permitir no hacerlas, porque entonces se pierde algo, la esencia», trata de explicar el artista bielorruso. «Llega un momento en que la sensación de necesitar pintar va creciendo en mí y una imagen se crea en mi mente y necesito dibujarla. Si lo hago me siento satisfecho, pero si no lo hago, incluso a veces hasta enfermo», admite. «Pintar para mí es un hobby que me hace desconectar para poder reconectar conmigo», concluye Andrei.

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